lunes, 7 de junio de 2010
Casos de estudio. Formas de personalizar
Mi proyecto se está encaminando a crear una serie de envases para alimentos, los cuales tendrán una forma predeterminada para poder tener un segundo uso, en algunos casos serán vasos, en otros tazas o bowls. Con ello quiero plantear la cuestión de porque no replantear muchos de los packagings que utilizamos actualmente, por otros que tengan una mayor utilidad y generen menos impacto ambiental.
De alguna manera estos packagings serán universales, accesibles a todo el mundo, por lo que habría que buscar una forma para poder personalizarlos. Por ello he buscado algunos ejemplo de aplicaciónes en tazas y vasos.
domingo, 6 de junio de 2010
sábado, 5 de junio de 2010
Yoshida-Ryo. Casa universitaria
Iconoclastia
viernes, 4 de junio de 2010
"Menos es aburrido". Cuestionando el diseño gráfico actual
En primer lugar, creo que los ideales del postmodernismo, los cuales en cierto modo se continuaron con el "First Things First" Manifiesto (manifiesto realizado por los diseñadores), tales como cuestionar los métodos racionales, apostar por diferentes metodologías (todas ellas igualmente válidas), apostar por lo arbitario y lo intuitivo, el desafío formal, y exigir la autoría y el compromiso y la responsabilidad social del diseñador, hoy en día se han olvidado, o, en realidad, se han puesto en práctica pocas veces.
También la tecnología ha supuesto una falta de criterio en lo que se refiere a la calidad y creatividad. Principalmente esto es debido a su globalización y a una posible accesibilidad del trabajo de diseño a todo el mundo, muchas veces, personas poco cualificadas. En España en concreto, existe la cultura de “esto me lo hace mi primo”, proyectos muy mediocres por falta de profesionalidad, y también, por una falta de valoración de la tarea del diseñador.
Los proyectos, sus formas así como sus estilos, son creados en respuesta a una fragmentación del mercado, al grupo al cual va dirigido, y el usuario es visto como un consumidor más y no como un receptor de valores que giran entorno a la sociedad.
Por otro lado, el diseñador muchas veces carece de un interés real, lo cual conlleva a la apropiación de un lenguaje, y a la copia, que no es lo mismo que la inspiración.
Está claro que no somos artistas, pero casi siempre colaboramos con él o bebemos de él, es interesante el reclamo de la autoría, aunque, verdaderamente, es muy difícil de argumentar, porque nunca trabajamos solos, pero en cualquier caso, somo transmisores de información, trabajamos en la arquitectura de la información y tenemos el poder de comunicar, y al hacerlo, siempre, queramos o no, lo haremos desde nuestra experiencia personal, así como desde nuestra experiencia en sociedad. Con esto lo que quiero decir es que, en mi opinón, hay muchas maneras de comunicar un mismo mensaje, y todas ellas pueden ser igualmente efectivas; esto varía en quién o quiénes lo emitan.
También hay que decir que el terreno del arte muchas veces se encuentra o se posiciona por encima nuestro, porque muchas veces, en colaboración con ellos, nuestra firma no existe, por poner un ejemplo, cuando diseñamos un libro de un artista, lo que se tiene en cuenta es el nombre del artista, y no se valora en cómo los diseñadores trabajamos en representación de los artistas; somos partícipes de cómo ellos quieren comunicar sus trabajos. En relación a ésto, creo que no hay que olvidar que tenemos una resposabilidad como autores y traductores de un lenguaje simbólico, éste debe ser usado para ayudar a los usuarios y a la sociedad en general, no para confundirla.
La sobriedad y frialdad con la que son tratados algunos diseños, sobre todo si carecen de coherencia conceptual o con su contenido, hace que la gente lo interprete como algo ajeno, como algo que ha sido creado para “otra cosa”, rompiendo así el vínculo con lo más importante de nuestro trabajo: la comprensión y comunicación con las personas.
Hoy en día hay muchos diseñadores reflexionando sobre su función en la sociedad, ya que, el diseño gráfico se puede considerar como una de las disciplinas más poderosas en relación a la cultura moderna, y su práctica requiere asumir un alto grado de responsabilidad. Sin embargo, la masificación de este sector, creo que ha provocado que la mayoría de los que trabajan en él, adopten una actitud pasiva al respecto, desempeñando meras tareas compositivas de cuidado estético, no funcionales, y nada constructivas.
Diseño cachondo. Diseño emocional
Up There. El proceso…
Up There es un vídeo dirigido por Malcolm Murray para la marca de cerveza Stella Artois.
Es un documental en el que se ve todo el proceso de producción de una campaña publicitaria, que consiste en la creación de varios murales pintados a mano sobre grandes paredes de edificios en la ciudad. Estos murales van cambiando cada cierto tiempo, y van mostrando progresivamente todo el proceso de servir una cerveza.
El proceso y las técnicas que utilizan estos tíos es increíble, colgados a gran altura, sin apenas protección y realizando todo manualmente con cuatro pinceles (técnica que se usaba antiguamente para la publicidad en la calle) consiguen realizar varias escenas desmesuradas, y todas ellas con un preciso detalle!!
El vídeo, aparte de bonito y muy bien grabado y producido, representa en mi opinión la grandeza de descubrir el proceso de creación, más que el resultado en sí!! Por cierto, la música de Album Leaf brutal!!
Olé por los que aparecen ahí colgados!!!
lunes, 31 de mayo de 2010
La Nit dels Museus. Lo barato sale caro
domingo, 30 de mayo de 2010
Tallers Oberts
jueves, 20 de mayo de 2010
La Santa. Espacio de experimentación y creación
miércoles, 19 de mayo de 2010
La memoria de lo ausente. Christian Boltansky
"The file room". Archivo, censura y colaboración pública.
La memoria archivada y los sentidos. Muntadas, Paper BP/MVDR
lunes, 17 de mayo de 2010
La repetición, de Søren Kierkegaard
Cuestiones sobre el archivo II. Derrida y el "mal de archivo"
La palabra archivo, proviene del concepto griego de Arkhé, Jacques Derrida, en su ensayo Mal de archivo. Una impresión freudiana, nos lo explica de esta manera: “Arkhé, recordemos, nombra a la vez el comienzo y el mandato. Este nombre coordina aparentemente dos principios en uno: el principio según la naturaleza y la historia, allí donde comienzan las cosas —principio físico, histórico u ontológico— más también el principio según la ley, allí donde los hombres y dioses mandan, allí donde se ejerce la autoridad, el orden social, en ese lugar desde el cual el orden es dado —principio nomológico—”. Estamos hablando entonces, de una teoría del archivo que debe preguntarse por este principio arcóntico (Esto es como comienzo y mandato, topos y nomología. Esta palabra viene de arca, nos referimos a esto como un objeto, generalmente una caja, o baúl, que utilizamos para guardar el dinero o los objetos de valor.El arca hace referencia también a la pieza donde se guarda el dinero en las tesorerías, arcas del Estado.) Pero también remite, como Derrida dice, al akheîon griego como domicilio, residencia de los magistrados superiores, los arcontes, quienes como guardianes de los documentos oficiales que se guardaban en esas residencias, tienen también el poder de interpretar los archivos, es decir, de decir la ley, de ahí que el principio arcóntico signifique comienzo, mandato, lugar y ley.
Dicho esto, nos encontramos con que, a grandes rasgos, el concepto de archivo, o de archivar, implica un proceso metodológico y muy ordenado, que, hasta nuestros días, ha permitido registrar desde el principio en la memoria nuestra Historia, constatarla (principio histórico u ontológico) y que, en cualquier caso, el archivo, se concibe como símbolo de poder, quien dispone y puede acceder al archivo, dispone de información muy valiosa, y por esto se le asigna el poder de decisión.
Por consiguiente, hablamos de un archivo que está ligado a un acto de registro sobre un material, que supone apropiarse de un poder sobre el documento, su posesión, su retención o su interpretación. Se trata de una memoria, un indicio, prueba o testimonio de que algo se ha materializado, se ha impreso, y es por esto que se obtiene el poder de acceder a él. De este modo, desde una visión macro, se construye la Historia (a partir de lo que registramos como documentos verídicos), o, desde otro nivel, el del sujeto, podríamos decir que éste va construyendo “otras historias paralelas" a través de los documentos que va obteniendo o generando. Así pues, podríamos decir que no hay archivo sin un espacio instituido de un lugar de impresión; por lo que, fuera de cualquier soporte, en qué se convierte el archivo? Es aquí donde nos introducimos en el psicoanálisis (veremos más adelante la afiliación de Derrida a Freud), donde entrarán en juego el acto de registro, el recuerdo y la memoria, así como un deseo de memoria.
Antes de esto, seguiré en mi acercamiento a Derrida, y su texto “Mal de archivo” Una impresión freudiana, para así poder llegar al concepto que se va a tratar aquí en cuestión (el del mal de archivo).
La idea del “mal de archivo”, es difícil de concebir sin una idea previa del concepto de “archivo”; pero, como Derrida dice, ni Freud ni nosotros nunca seremos capaces de formar un concepto digno de este nombre; no tenemos un concepto, sólo una impresión. “Archivo” es solamente una noción, una impresión asociada a una palabra.
Por otro lado, la palabra impresión está directamente relacionada con el soporte, con algo que puede llegar a materializarse. Pero mi interpretación es que el “mal de archivo”, como veremos más adelante, paradójicamente, no yace sobre el archivo archivado, el físico, sino que nace del “concepto de archivo que guarda un peso impensado” (según el psicoanálisis de Freud, lo reprimido que permanece en el inconsciente); de otro modo, el olvido, aquello olvidado pero que permanece en el inconsciente de manera consciente. Así pues, de esta manera, “el psicoanálisis de Freud propone una nueva teoría del archivo: toma en cuenta una pulsión de muerte sin las que no habría, en efecto, para el archivo, ningún deseo ni ninguna posibilidad.” (con pulsión de muerte o pulsión de pérdida se refiere aquí directamente al olvido)
Freud, en su trabajo, se pregunta por qué gastar tanta tinta y papel para nada, para contar historias que todo el mundo conoce. Derrida dice, que toda esta retórica nos conduce a otra parte de manera astuta,“a una hipótesis, más bien a una tesis, de la posibilidad de una perversión radical, justamente, una diabólica pulsión de muerte, de agresión o de destrucción: por tanto, una pulsión de pérdida. Esta pulsión opera en silencio, sin dejar nunca un archivo que le sea propio. Destruye su propio archivo por adelantado, como si fuera ésta en verdad la motivación misma de su movimiento más propio”, prosigue, como consecuencia de todo esto “en aquello que permite y condiciona la archivación, nunca encontraremos nada más de lo que expone a la destrucción, y en verdad amenaza con la destrucción, introduciendo a priori el olvido y lo archivolítico en el corazón del monumento. En el corazón mismo de la memoria. El archivo trabaja siempre a priori contra sí mismo”.
He leído los textos de Derrida, y la verdad, no me resultan para nada fáciles, ya que, utiliza, y supongo que es necesario, conceptos y temas propios del psicoanálisis, del estudio del funcionamiento de nuestra mente.
Lo que sí que creo que me queda claro, es que dentro de este concepto estamos hablando de archivos almacenados en nuestra memoria, pensamientos, ideas, que se registran en nuestra mente. Por esto, en primer lugar, lo que habría que tener claro es que este “mal” del archivo es provocado por un ejercicio que se desarrolla en nuestra mente (tiene lugar en ella). Pondré un ejemplo práctico de lo que yo personalmente considero un caso del mal de archivo:
Tenemos un deseo de memoria, de archivar algo “físicamente”, por ejemplo, hemos estado navegando en internet y hemos decidido guardar, almacenar en nuestro disco duro una imagen, pero, volveremos a revisar alguna otra vez ésta imagen? El gesto de guardarla, suple el hecho de que quizá ya no tengamos por qué volver a mirarla nunca más, hemos saciado nuestro deseo de archivar, por lo que, a partir de aquí, nos podremos permitir no volver a mirarla nunca más, partimos, inconscientemente, de que podemos dar por perdida esta imagen en nuestra memoria, respaldándonos en que un día ya la archivamos. Este es un ejemplo subjetivo aplicado a lo que se podría denominar “mal de archivo”, pero obviamente, el trabajo que éste realiza es mucho más complejo, y en él se conjugarán muchas más variables, pero, a grosso modo, de esta manera podemos intuir el significado de esta pulsión de muerte, es decir, del olvido, que como bien indica Derrida, no sólo es dado en determinados trabajos de archivación, sino que siempre se manifiesta, en todos. Lo que acontece a la archivación es, en primer lugar, el olvido.
En este escrito, hemos pasado de hablar qué es lo que conocemos propiamente como archivo, que fundamentalmente se basa en la impresión de algo sobre algún tipo de soporte, a explicar el archivo como “algo” que también es almacenado en nuestra mente. El ejemplo citado más arriba, que ha servido para introducir este concepto del olvido (y por consiguiente, del mal de archivo), ha sido descrito a un nivel práctico. Cuando hablaba de estas otras variables, para referirme a algo mucho más abstracto, ahora lo concretaré diciendo que se trata de un tipo de archivo convertido en no legible (vuelvo a repetir, cuando hablaba de nuestras ideas y registros archivados en la memoria), me refiero, ahora, a una serie de acontecimientos archivados en nuestras memoria y que, por lo tanto, es casi imposible descodificarlos. Me doy cuenta de que es complicado, pero creo que es relevante y fundamental para entender en qué y en cómo nos condiciona este “mal de archivo”. De esta manera, Derrida, así como muchos otros entendidos del tema, distinguirán entre la imagen o archivo virtual y la imagen o archivo material, donde lo virtual, directamente relacionado una lógica del inconsciente, podrá dar lugar a muchas reflexiones y cuestiones acerca de la “verdad histórica” de nuestros acontecimientos, así como su herencia, su orden, su clasificación… Es por esto que para Derrida, el mal de archivo o la perturbación de archivo de Freud son los mismos que los de nuestros días, en sus más pequeños síntomas o en las grandes tragedias holacaústicas de nuestra historia moderna.La palabra archivo es hoy para Derrida lo más perturbador y turbio, porque se encuentra en ese espacio ente lo público y lo privado, entre la familia, la sociedad y el Estado, entre sí mismo y sí mismo, entre secretos, complots, clandestinidades y conjuras.