Para el trabajo de iniciación al PFE, me recomendaron mirarme este libro. El autor trata en cuestión el concepto de repetición, muy ligado al trabajo del archivo y la memoria. Aunque no me lo he leído entero, ya que el protagonista de la historia puede llegar a resultar cansino y angustioso, resulta bastante interesante, y además, no deja de ser una historia de amor en tanto bonita como profunda en contenido y conceptos tratados, con los cuales uno puede sentirse identificado.
La historia (y de forma autobiográfica, ya que Kierkegaard recompuso la obra al saber que su ex-amada estaba de nuevo comprometida) habla sobre un joven que se encuentra en su momento más álgido de enamoramiento. Es un amor correspondido, en el cual la chica está igualmente enamorada y los dos se encuentran en el mejor momento del amor. Pero es en éste momento, cuando en él se desencadena una melancolía extraña porque él siente que, aún teniéndola, la perdió. Ésta situación viene dada porque el chico empieza a proyectarse las posibilidades futuras de la relación y entonces tiene miedo de que cada vez que se acerca ella, se produzca su pérdida, un desgaste. Es así como empieza a sufrir la finitud de la relación amorosa, el terror a perder lo que se tiene. El joven tiene el amor presente, pero lo vive como si lo estuviera recordando, pues lo único que hace cuando está con ella y cuando disfruta con ella es recordarlo. La melancolía que le produce todo esto es tal que incluso cuando tiene que ir a encontrarla a su casa, se da cuenta de que a lo mejor si golpea la puerta de su casa, el amor empezará a decaerse y desgastarse, así que en vez de golpear, se va por temor a que se empiece a perder.
La auténtica repetición, suponiendo que sea posible, hace al hombre feliz, mientras el recuerdo lo hace desgraciado, en el caso, claro está, de que se conceda tiempo suficiente para vivir y no busque, apenas nacido, un pretexto para evadirse nuevamente de la vida, el pretexto, por ejemplo, de que ha olvidado algo.
En el alborotear de la pasión amorosa luchan entre sí el presente y el futuro con el fin de alcanzar una expresión eternizadora. Esta forma de recordar es cabalmente la proyección retroactiva de la eternidad en el presente, en el supuesto de que el recuerdo sea sano.
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