Ante esta situación de banalización de los objetos, hay que plantearse, cual es el valor que tiene un objeto. ¿Cuál es la relación entre los objetos y los sujetos que lo manipulan, usan e interaccionan?
(...)Los valores surgen en la relación práctico - objetal y no en el simple conocimiento de las cosas por el hombre. Son el resultado de la actividad práctico del hombre. Aunque las necesidades del hombre desempeñan un papel importante en el surgimiento de los valores, no implica que la actividad subjetiva haga que los valores sean también subjetivos pues están determinados por la sociedad y no por un individuo aislado.(...)
El valor de un objeto aparece cuando nos ponemos en contacto con el mismo, en donde términos como usabilidad, funcionalidad y utilidad, son los principales ingredientes. Pero todo productos/objeto tiene una historia detrás, que es lo que le identifica y lo que de alguna manera nos une a él. Como dice Donal Norman en su libro Emotional Design, los objetos son algo más que utilitarios.
Accesories for Lonely Men, 2001
Se trata de un proyecto de Noam Toram basado en 8 dispositivos electrónicos diseñados para aliviar la soledad del hombre con la simulación de rastros genéricos que una compañia dejaría detrás, como por ejemplo, alguien que te respire detrás de la nuca durmiendo, etc. Incluye una gran dosis de valor emocional en cuanto a que es una experiencia placentera a pesar de no ser un objeto 100 % funcional.
(...)In creating a product, a designer has many factors to consider: the choice os material, the manufacturing method, the way the product is marketed, cost and practicality, and how easy the product is to use, to understand. But what many people don’t realize is that there is also a strong emotional component to how products are designed and put to use. So, I argue that the emotional side of design may be more critical to a product’s success than its practical elements.(...)
En este mismo libro, Donald Norman habla de los diferentes aspectos de diseño: el visceral, el comportamiento y el reflexivo. El diseño visceral concierne a la apariencia del mismo y la importancia en cuanto a su forma y estética. El diseño del comportamiento, tiene que ver con el placer y la efectividad que recibes cuando lo usas, es decir, habla del valor funcional del producto. Y por último el diseño reflexivo considerando la racionalidad e inteligencia de un producto. Es decir, la capacidad que puede tener el objeto de transmitirnos algo más que su pura funcionalidad, que nos haga reflexionar, o pensar.
Obviamente estos tres criterios que engloban los valores que debe tener un producto, están vinculados entre sí. Ya que un producto que sea puramente funcional, puede que no te aporte nada emocional, con lo cual tu experiencia al usarlo será placentera, pero no conseguirá un vinculo fuerte contigo. En cambio, productos que no son 100% funcionales, pero que tienen un valor emocional añadido, te permiten una mejor experiencia en su uso, lo que da lugar a que en el fondo sea igual de funcional o incluso más que el que es puramente funcional.
Sin duda, el valor de un producto es subjetivo, depende de la persona que lo este usando. Es por ello, que muchas veces un producto puede tener un uso determinado, que se distorsiona en función a la persona que interactue con él.
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