El diseño ha echo incapié en marcar todo el énfasis y el esfuerzo en generar imágenes de branding creíbles y seductoras que hagan que nuestros productos sean deseados, ya que estos se han convertido en simples portadores de servicios y de imagen corporativa. Fabricados a miles de kilometros por trabajadores explotados y alienados que no tienen (ni tan solo) un vinculo cultural con el objeto.
Hasta los objetos más básico de consumo se impregnan de este ejercicio del branding y hace que adquirir el objeto más cotidiano resulte un acto de definición personal, que a su vez constituye un paradigma, ya que parte de su estrategia esta basada en utilizar grandes ídolos de la cultura, para vender sus productos y así sean mucho más atractivos para nosotros los consumidores.

El mundo de la moda, es posiblemente el que más se aproxima a la elaboración de esta identidad construida de la que estamos hablando. Como he comentado anteriormente las modas exhiben una presión tanto social como cultural que provoca en muchos casos graves patologías en la identidad del individuo.

“El exito de la identidad prefabricada radica en que cada uno la diseña de acuerdo con lo que previsiblemente triunfa -los valores en alza-. La moda, pues, no es sino un diseño utilitarista de la propia personalidad, sin profundidad, una especie de ingenuidad publicitaria en la cual cada uno se convierte en empresario de su propia apariencia."
(...)Estamos ante la desaparición de la necesidad y la transgiversación elitista de la necesidad y el deseo (...)
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